"En nuestra breve y fugaz travesía por el amplio camino de la vida, cada amanecer se convierte en una oportunidad de aprendizaje. Si bien es sabido que no es lo mismo vivir que existir, hay seres que con absoluta maestría lo combinan a la perfección haciendo de su vida un inolvidable existir. Una de nuestras más ansiadas metas debería ser convertir nuestro hogar en un pedacito de cielo, eso suele ser algo difícil, pero muchos han demostrado que no es imposible. Hoy quiero que traspases conmigo el umbral de un hogar, que haciendo de esto su norte, hasta su propio ángel posee.
Los trescientos sesenta y cinco días del año dos mil dos estaban a punto de extinguirse, pues era un radiante día del mes de noviembre, y sin duda una hermosa y significativa mañana. Todo lo necesario para la llegada del heredero estaba finamente detallado. En la sala de espera de un centro asistencial de la ciudad, un padre impaciente junto a unos abuelos y unos tíos que sólo esperaban el momento de poder tener al infante en sus brazos, formaban parte de un comité de bienvenida para el nuevo miembro de la familia Attanasi Contreras.
Mientras el inquieto futuro papá recorría el lugar, la interminable espera le hizo retroceder algunos años en el tiempo. Después de haber contraído matrimonio, la feliz pareja habían planificado hacer crecer la familia con prontitud, pero los días transcurrían convirtiéndose en meses y los meses continuaban su correr a través del tiempo volviéndose años, y el ansiado pequeño parecía distar mucho en su llegada. Tratamientos tras tratamientos, consejos, fórmulas caseras y las infaltables recetas de la abuela se hicieron rutina para esta pareja que no desistía en su empeño de perpetuar el apellido. Ahora, nueve meses después, estaban a punto de ver su sueño hecho realidad.
Cuando el reloj marcó las ocho de la mañana de aquel día, una enfermera rompió la espera y anunció con voz fuerte que había llegado al mundo un varón. Entre risas y júbilo, la gran noticia fue recibida. Calmada un poco la euforia del momento, un galeno se acercó y colocando su mano en el hombro del padre le expresó su deseo de que lo siguiera. Buscando las palabras más adecuadas para la ocasión, aquel profesional de la medicina le explicó que el niño recién nacido presentaba una gran anomalía, no poseía las extremidades superiores ni inferiores, y conduciéndolo hacia el retén le mostró a su hijo.
Con el corazón apesadumbrado ante la noticia, con pasos lentos se dirigió hacia aquella cunita, pero al ver el rostro hermoso de su pequeño, la discapacidad se opacó y sólo atinó a decir: "Bueno hijo mío, ya estás aquí, esperaré por ti para llevarte a casa, y te llamarás Ángel Eduardo". Fue recibido entonces en un hogar colmado de amor y bajo ese amparo se fue fortaleciendo. Desde ese momento hasta nuestros días, aquel pequeñito de la cuna se convirtió en todo un atrapacorazones y se ha ganado el respeto, el cariño y la admiración de todos los que hemos tenido el privilegio de conocerlo.
A medida que trascurría el tiempo, la carencia de sus bracitos y de sus piernas era compensada, de manera maravillosa, por múltiples cualidades que el niño iba desarrollando ante la mirada atónita de propios y extraños. Cuatro años después, en una Navidad, nuestro ángel recibió como regalo un gran carro rojo eléctrico, el cual se las ingenió para manejarlo y que lo condujera donde él deseara, era un carro de policía, poseedor de una coctelera y una sirena, pero lo curioso es que él insistía en que se lo transformaran en un carro de bomberos, con escalera y manguera incorporadas, pues "yo soy bombero", decía.
Los meses pasaron, pero la insistencia de Ángel persistía. Las festividades del Carnaval se avecinaban, así que algunas amigas y vecinas decidieron hacerle un disfraz de los hombres de azul y rojo al pequeño. La confección del traje de bombero fue fácil, lo difícil sería conseguirle el casco. Pero estas bondadosas personas no desistirían hasta regalarle esta alegría, lo que ellos ignoraban era el final que tendría esta historia.
Decididas llegaron hasta el Cuartel Central de Bomberos para pedirles que les prestaran un casco. La Mayor Carmen Ritrovato y el Mayor José Rafael Aponte, quienes mantienen desde hace varios años la dirección de la Brigada Infantil, cuando tuvieron conocimiento del caso de Ángel y de su deseo, prepararon para él una inolvidable sorpresa que no sólo consistiría en el otorgamiento del casco. Es que así son los apagafuego, siempre atentos, siempre humanos, dando lo mejor de sí para dar seguridad y tratando de aliviar penas y regalar sonrisas.
En medio de un despliegue bomberil, conformado por la Brigada Infantil y Juvenil, aunado a los más expertos profesionales del fuego, nuestro pequeño fue recibido y nombrado "Bombero Honorario", recorriendo entusiasmado cada rincón de nuestra estación, aprendiendo a apagar fuego y a accionar una sirena y una coctelera en el carrobomba de los Bomberos de Aragua. Concluido el aprendizaje, recibió su primera orden directamente desde la Comandancia General a cargo del Primer Comandante de la institución bomberil, la cual consistía en hacer de esa tarde la más feliz de su existir, orden que acató a cabalidad. Esa noche, cuando Ángel regresó a su hogar, aunque el carro rojo seguía siendo un carro de policía, el que lo manejaba estaba oficialmente convertido en todo un excelente bombero. Hoy nuestro pequeño ya ha recibido su primer ascenso, convirtiéndose en Distinguido.
Hay quienes teniéndolo todo se entregan a la nada y hay quienes de su nada hacen un poderoso todo. Para ellos la vida no es una vela que se apaga, sino una llama ardiente, incandescente, convertida en hoguera que es capaz de compartir su flama y encender infinidades de antorchas destinadas a llevar luz en los lugares más oscuros.
¿Sabías que el optimista no es aquel que no ve las dificultades, sino aquel que no se asusta ante ellas y persevera hasta dominar cualquier adversidad? ¿Sabías que los sueños no son para otra cosa sino para hacerlos realidad? Si te parece que esta afirmación no es del todo correcta, pregúntaselo entonces a Ángel Eduardo Attanasi Contreras, quien a sus cinco añitos ha convertido su discapacidad en su fortaleza. Nuestro pequeño, además de ser bombero, maneja la esférica naranja de manera magistral, se hizo merecedor de una medalla en natación al llegar en tercer lugar compitiendo con niños de condiciones normales. Posee una sección de fotos que muestra, orgulloso, con su ídolo Miguel Cabrera. Es que, por si fuera poco, también es tigrero. En el vocabulario de Ángel el "no puedo" no existe, lo cambia por un simple "lo intentaré después". Ojalá que el ejemplo de vida de este pequeño dé luz al sendero de tu camino, y si hasta ahora sólo has existido, que desde este mismo momento comiences a vivir."
3 comentarios:
Belleza de relato para un ángel! Un gran abrazo y que se multipliquen los éxitos. Seguro que así será!
Gracias Angelito por tu llamada!
UN ABRAZO INMENSO
hola mi pequeño GIGANTE !!!
un poquito tarde pero ya estamos aquí en tu casita.
quiero que sepas que me siento orgulloso de ser tu amigo por que has dado un paso muy importante al pensar que todo es posible si se intenta una y otra vez,
estamos ante un triunfador !!!
recibe un gran abrazo y un beso de tu admirador número uno !!!
Publicar un comentario